El 6 de agosto de 1945, cuando estaba a punto
de terminar la Segunda Guerra Mundial, una bomba de uranio llamada “Little Boy”
fue lanzada por el mítico avión Enola Gay sobre Hiroshima (Japón) y causó más
de 100.000 muertes, además de destruir la ciudad. Explotó a 590 metros de
altura. Tres días después se dejó caer sobre Nagasaki una bomba de plutonio
llamada “Fat Man”, con resultados comparables. Ambas órdenes las dio Harry
Truman, presidente de Estados Unidos.
Fue después de la bomba
atómica sobre Hiroshima, que pasó lo que quiero contarte.
Sadako Sasaki fue una
de las niñas que no murió el día de la explosión, pero sí que enfermó de mucha
gravedad – sufrió una leucemia- poco después, con 11 años, por la radiación
atómica. Cuando supo que estaba enferma, una amiga suya intentó animarla y le
contó la tradición de las 1000 grullas de papel (hacer figuras de papel es una
tradición japonesa, la técnica se llama Origami y se conoce ya en casi todas
partes del mundo)
La tradición japonesa
dice que– le contó a Sadako su amiga- “concederán un deseo a aquél que consiga
doblar 1000 grullas de papel como recompensa por el esfuerzo y la concentración
que hacen falta para lograrlo. Este trabajo se llama el Senbazuru”. Entonces, su amiga hizo una grulla de origami
y se la dio a SadaKo. “Aquí está tu primera grulla”. Y le deseó que se
cumpliera su deseo, curarse de su enfermedad.
Sadako empezó a doblar
grullas, una tras otra, intentando conseguir su deseo de curarse mágicamente.
Pero por desgracia, no
lo logró. Murió en 1955 con 644 grullas
revoloteando a su alrededor.
Conmovidos, sus amigos
y compañeros de la escuela se propusieron terminar de plegar las mil grullas
como un homenaje a su dedicación, y volverlas a plegar cada año para
recordarla.
Así, se propusieron
también contarles a otros niños de Japón y del mundo cuál había sido su
historia y la de tantos niños, que como ella, no pudieron sobrevivir a la bomba
atómica.
Para que esta historia
estuviera presente todos los días, se propusieron hacer un monumento, una
estatua de Sadako con una grulla que hoy está en el Parque de la Paz de
Hiroshima.
Bajo ella está escrito:
“Éste es nuestro grito,
ésta es nuestra plegaria: paz en el mundo”.
Ojalá que esta plegaria
de los niños esté siempre latente para hacernos recordar que esto no debe
suceder nunca más.
La historia de las grullas
de papel y lo que simbolizan…un homenaje a esta niña que creyó en la esperanza,
que quería que su esfuerzo sirviera para traer la paz.
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